Consta de diez versos octosilábicos aconsonantados. Se llama también espinela, en memoria de Espinel, que fue el inventor de ella.
Ejemplo:
décima muerte
¡ Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar a lo menos visto v
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto que muero existo.
(Xavier Villaurrutia, Nostalgia de la muerte, 1939)